Haití fue el primer país independiente de América Latina. La colonia de Saint-Domingue, que ocupaba la mitad occidental de la isla La Española vio en el Siglo XVIII arder los cafetales y las plantaciones de caña que tanta riqueza le había dado a Francia. El fuego lo prendieron los negros esclavos traídos de África, quienes tuvieron la osadía de pensar que el sueño iluminista de la libertad era posible.
Haití proclama su independencia en 1804 y desde el primer día de esta proclamación Francia decreta un embargo contra el país, poco después, en 1810 le impone el pago de una indemnización de 150 millones de francos (lo que hoy serían 23.000 millones de dólares) en oro de la época (deuda que todavía no se ha terminado de pagar).
Esta isla está compuesta por los países: Haití y República Dominicana. La parte dominicana pertenecía a España; el otro lado pertenecía a Francia, potencia que explotó intensamente su pedazo americano en el reparto colonial. Durante siglos, se limpiaron tierras para el cultivo de azúcar y se cortaron bosques para alimentar ingenios azucareros.
Quizás los estados del mundo nunca perdonaron a Haití su liberación, como lo demuestra el embargo mundial al que fue sometido y que, por cierto, sigue existiendo en la actualidad.
En el siglo XX el relevo de la dominación fue a parar a EE.UU. Así entre 1915 y 1934 los marines americanos ocuparon Haití. Sirvió entre otras cosas, para crear una milicia auxiliar haitiana fascista.
Los marines se fueron cuando consiguieron la “haitinización”, como lo denominó el New York Times de la época, que suponía la guerra mediante la creación de un Ejército dedicado a la represión interna.
Las intervenciones militares se han repetido en varias ocasiones más. Sirva como ejemplo la practicada por EE.UU. en 1994, tras tres años de gobierno militar. La fuerza de soldados ocupantes fue de veinte mil y su intención fue impedir la insurrección popular contra la Junta militar y sus cohortes neoliberales.
Las tropas permanecieron en el país hasta 1999, cuando el Departamento de Estado de EE.UU. introdujo a la compañía Dyn Corp, compañía que proporcionó asesoramiento técnico para reestructurar la policía nacional haitiana.
En el 2004 fuerzas especiales de EE.UU. y la CIA estuvieron entrenando escuadrones de la muerte implicados en matanzas masivas de civiles. Estos escuadrones eran integrados por antiguos miembros de FRAPH (Frente por el avance y progreso de Haití).
Este mismo año se enviaron tropas de la ONU, entre las cuales se encontraban y encuentran fuerzas represivas españolas. Las tropas extranjeras se denominaban MINUSTAH (misión de estabilización de las naciones unidas en Haití) las que supervisaban la fuerza policial del país integradas por las unidades del FRAPH. Las tropas del MINUSTAH han demostrado que su verdadero objetivo ha sido sostener el Gobierno de René Preval, para lo que actúan con “poder de policía” persiguiendo y reprimiendo a los trabajadores del pueblo haitiano.
Con la excusa de combatir bandas criminales y “garantizar el orden” las MINUSTAH llevaron adelante verdaderos crímenes de guerra, perpetrando masacres brutales, dejando decenas de muertos y cientos de heridos como en los reiterados asaltos a la barricada popular Cité Solieil. Las tropas de la MINUSTAH han sido acusadas por apremios ilegales, torturas y abuso sexual contra mujeres y niñas de los barrios más pobres.
Reprimen a los trabajadores que intentan organizarse contra las terribles condiciones laborales impuestas por las multinacionales en las dieciocho zonas francas donde existe un régimen de trabajo semiesclavo.
La clase trabajadora del país pasó dos años luchando por el reajuste de su sueldo. El salario mínimo era de dos dólares por día. La ley de reajuste del salario fue aprobada en mayo del 2009, dos años después de que empezaran las movilizaciones de los trabajadores ¿Cuál fue el papel de la MINUSTAH? Reprimir todas las luchas de los trabajadores. ¿Qué sucedió después? Empresarios brasileños (Brasil lidera las MINUSTAH) a finales de septiembre llegaron a Haití para localizar sitios donde implantar las maquiladoras (industrias textiles que aprovechan la mano de obra barata). La intervención de la ONU sólo ha traído “estabilidad” para las empresas multinacionales que instalan fábricas maquiladoras.
Curiosamente cuando empiezan a difundirse las espeluznantes imágenes del terremoto fue asesinado al salir de la universidad el escritor JN. Amil Louis-Juste, autor de numerosas denuncias de los cascos azules.
Por si esto fuera poco, el pasado 12 de enero un terremoto sacudió Haití un país con ocho millones de habitantes. El resultado ha sido de más de 200.000 muertos. Así Haití saltó a los mass media internacionales y la clase política empezó a derramar lágrimas de cocodrilo. Pero hasta ese momento a nadie le había importado que el pueblo haitiano estuviera ahogado por la deuda externa, tampoco preocupaba la extracción de hasta el más miserable centavo a una población hambrienta, por parte de unas multinacionales que, por cierto, nos venden sus productos a una elevadísimo precio.
Mucho menos importó que en los años 90 se redujeran las tarifas a la importación de alimentos como el arroz, que redundó en la destrucción absoluta del campesinado.
La lista de razones que no importaron a nadie es muy extensa, pero para muestra un botón.
Ahora el FMI (Fondo Monetario anuncia como ayuda un nuevo préstamo a un país que ya debe 1885 millones de dólares, es decir, que los haitianos tendrán que devolverlo (con intereses) aunque estén bajo los escombros. Interés que hasta ahora eran de 430 millones de €.
Que Haití necesita ayuda es indudable pero cual, ¿la de una misión humanitaria que lleva años tutelando el país? ¿El FMI que durante décadas ha impuesto recetas brutales de ajuste? ¿EE.UU. que ha contribuido a hundirlo?..
Además si reconstruir Haití es volver al día previo al terremoto, sólo servirá para volver a fortalecer los intereses del capitalismo, nunca los del pueblo. Haití está plagado de injusticias, el 4% de la población controla el 64% de la riqueza; el 80% de la población vivían en condiciones de extrema pobreza; la mortalidad infantil es de 80 por cada mil nacidos; la esperanza de vida era de 49 años; el analfabetismo supera el 70% en zonas rurales; el agua potable, la electricidad son productos de lujo; el 80% de la población está parada; el salario medio no supera los 50 dólares mensuales; el 98% de sus bosques está deforestado.
Todos estos datos son anteriores al desastre natural. La pobreza de Haití deja a sus gentes indefensas ante este tipo de calamidades. No nos engañemos, la pobreza no se debe a la mala suerte. El país se ha mantenido subdesarrollado debido a las interferencias políticas y económicas para asegurar que la colonia de esclavos siguiera siendo una fuente barata de exportaciones agrícolas y como fábrica donde explotar a los obreros del sector del textil principalmente.
El capitalismo causante de esta situación anterior al seísmo, se beneficiará durante la catástrofe y posteriormente, mostrando su falta de ética, moralidad y humanismo. Un ejemplo de la falta de humanismo es lo que se puede ver en Labadee que se encuentra en la zona norte del país. Los cruceros de placer de la compañía Royal Caribbean Cruises siguen atracando en este feudo privado, de esta empresa norteamericana. La fiesta continúa. Mientras los cuerpos de los muertos se pudren por los suelos de las calles, en Labadee se ofrecen abundantes barbacoas y los únicos que se encuentran por los suelos son los de quienes hayan bebido demasiado labaduzees (cóctel exclusivo de la playa privada).
¡¡QUE NO SALGA NADIE!!
Las grandes potencias se han apresurado a enviar militares y barcos de guerra enmascarados como labor humanitaria, pero en realidad su pretensión ha sido cercar la isla para que no puedan salir los haitianos, Haití y EE.UU. están bastante cerca.
Esto no es algo nuevo para ellos, recordemos lo que pasó entre los dos países de la isla: la frontera natural entre Haití y la República Dominicana está delimitada por el río Masacre. Hoy en día este río arrastra plásticos y basura en lugar de agua. Recibe este nombre por ser uno de los escenarios principales del genocidio perpetuado por los soldados de Leonidas Trujillo contra los haitianos que vivían en la República Dominicana. Como el color de la piel no era suficiente para distinguir unos negros de otros, los obligaban a pronunciar la palabra perejil, lo que permitía diferenciar entre los francófonos (Haití) o hispanohablantes (República Dominicana). Así perdieron la cabeza más de 20.000 haitianos que sólo podían pronunciar peleyil. Los cadáveres obstruyeron el cauce y miles de hombres murieron a machetazos y disparos de rifle.
Hoy han vuelto a cercar Haití con la idea de que los haitianos no puedan escapar de la miseria o de la destrucción.
HAITI ¿MISIÓN HUMANITARIA O MILITAR?
El afán por parte de los ministerios de defensa de los países democráticos por disfrazar a sus fuerzas armadas en actores humanitarios está provocando la ilusión de que los ejércitos trabajan para asistir a las víctimas de catástrofes a lavar y ocultar el verdadero rostro del militarismo.
Haití es un claro ejemplo de la inutilidad de los ejércitos en misiones humanitarias, lo que se ha realizado allí es una ocupación por parte de fuerzas militares extranjeras. Estados Unidos envió rápidamente diez mil marines. Lo primero que hicieron fue controlar militarmente el aeropuerto e impedir la entrada y distribución de asistencia sanitaria, como denunció recientemente la ONG Médicos sin Fronteras.
Aunque intenten hacerse la foto para salir en los noticiarios se puede comprobar que un camión militar descargando sacos de comida o tirándola desde un helicóptero no es lo más útil en estos momentos. Sólo favorecen a los más fuertes.
SI EL HAMBRE ES LEY; EL SAQUEO, JUSTICIA
Ya que les llevamos alimentos habrá que aprovechar para enseñarles a caminar erguidos, a comer con cubiertos y a saber de qué lado del plato se pone la cuchara, el tenedor y el cuchillo. Ya que la imagen que han estado transmitiendo los medios internacionales sobre los haitianos es la de un pueblo salvaje, atrasado y embrutecido, que saquea ruinas y vacía bolsillos de cadáveres y encima, propensos a la violencia por naturaleza. ¿Que no se ajusta a la realidad? Ya lo sabemos. Es un pueblo que está pidiendo trabajo en vez de limosnas, comparten lo poco que tienen con sus vecinos y sobretodo es un pueblo luchador y con “tendencia a la insurrección” como señala el New York Times. Este parece ser el verdadero problema para occidente. Un pueblo que practica el vudú y que parece que no ha salido de la selva (aunque sólo quede el 2% de masa forestal) ¿Cómo no van a necesitar soldados que los metan en cintura y hasta sacerdote que los evangelicen?
La táctica ya ha sido practicada en Irak, Afganistán, Pakistán, Somalia… Se crean supuestos conflictos de vandalismo y posteriormente se brinda la solución: la ocupación militar y la imposición de sistemas políticos.
Estos salvajes que saquean y arrasan almacenes de la Avenida Dessalines para llevarse sacos de arroz y alimentos secos. Hay que tener poca vergüenza al intentar pintar como salvajes a gente que lo único que hace es sobrevivir.
Los salvajes son los empresarios que se han estado enriqueciendo a costa de la mano de obra barata para vender los productos a los países “desarrollados” del capitalismo.
Salvajes son el FMI, BM y los organismos internacionales que tienen al país sumido en una deuda histórica.
Salvajes son los militares que llevan ocupando el país y disparando contra manifestaciones de trabajadores.
Salvaje es que el 90% del gasto de organismos internacionales vaya destinado a la seguridad.
Salvaje es que burócratas de la ONU se han estado llenando los bolsillos por estar allí destinados, se embolsaban mensualmente entre diez mil y catorce mil €. Sin ir más lejos, responsables del PNUD (Programa de la Naciones Unidas para el Desarrollo) fallecidos en el terremoto ganaban veinte mil € al mes. Los entierros de estos, en sus respectivos países, han sido anunciados como personas solidarias que estaban ayudando al pueblo de Haití.
Salvaje es la policía que repele a tiros a las personas que buscan comida en almacenes destrozados. Muchos son los que han muerto así después del terremoto.
LA HORA DE LOS BUITRES.
Diez estadounidenses intentan sacar de Haití un autobús lleno de niños. Este hecho hizo saltar todas las alarmas; como no podía ser de otra forma, se repite lo mismo que en otras catástrofes: los traficantes de seres humanos están haciendo su agosto en la isla.
Lo que ocurrió no es un hecho aislado. Unicef confirmó que unos ciento cuarenta críos abandonaron el país con el permiso del gobierno haitiano. Su salida se produjo posteriormente al seísmo y en circunstancias nada claras. Así, muchos ven en Haití un potencia exportadora: cuanta más demanda de niños hay, más oferta a parece. A cualquiera le horroriza esta lógica mercantil.
En los hospitales también están desapareciendo niños. La atención médica es utilizada para trasladar a decenas de personas de Haití a la República Dominicana en autobuses, ambulancias… Si no están heridos de verdad, empapan sus vendas con sangre de aves.
Mientras tanto, en el país vecino, la industria azucarera dominicana está reclutando mano de obra barata como braceros para la cosecha de caña.
A MODO DE CONCLUSIÓN
Para que nuestras acciones vayan directamente a la raíz del problema, lo más eficaz es estar organizados para poder poner en marcha una solidaridad real. Debemos llevar a cabo una lucha internacional y anarquista para atacar con fundamento los pilares de este sistema global capitalista basado en la explotación económica, ecológica y humana.
El apoyo mutuo de un pueblo para con otro no es una cuestión económica de asistencia, sino un acto basado en la fraternidad. La lucha de clases contra los responsables, es decir, Estado y capital es un acto en sí mismo de solidaridad.
Solidaridad que tiende a cuestionar la raíz del problema: el poder, la autoridad y la explotación. Porque solo entendemos la solidaridad cuando se da desde la base; por eso nuestra propuesta práctica es apoyar las organizaciones de trabajadores o campesinos de base, como por ejemplo la organización Batay Ouvriye. Para contactar con esta organización y apoyarla bien sea económicamente o bien de cualquier otra forma que se nos ocurra:
e-mail: batay@batayouvriye.org
Este artículo ha sido realizado por un afiliado al sindicato